Gobernar con la grieta

Editorial 23/11/2015 . Hora: 18:25 . Lecturas: 0

51,40% a 48,60%. 2,8 puntos. Una diferencia de 704860 votos en favor de Macri. Hasta unas horas antes de la elección, y durante los boca de urna, las devaluadas consultoras arriesgaban una diferencia mas amplia para el candidato de Cambiemos. Algunas preveían hasta 15 puntos. Otra vez erraron. Córdoba fue a Cambiemos “la caballería” que viene en ayuda de los vaqueros apenas un momento antes de ser superados en fuerza y número por el enemigo. El apoyo de “la docta” a Macri fue fundamental y contudente, otorgándole 926407 mil votos de diferencia sobre Scioli. Santa Fe, Mendoza Córdoba y Buenos Aires (con una ajustada derrota macrista) también contribuyeron a Cambiemos. El mapa de Argentina es azul en su mayoría, 15 provincias respaldan al Frente para la Victoria. Este panorama demuestra que la grieta está más presente que nunca, esa línea que viene dividiendo a los argentinos y que el peronismo deja como un estigma difícil de borrar. El romance o luna de miel que todo gobierno tiene en sus inicios, para Macri será casi inexistente, porque los que lo votaron querrán respuestas urgentes a problemas que llevan años sin resolverse. Y ni hablar de los heridos del kirchnerismo y La Cámpora, que esperaran ansiosos el mínimo error, el primer yerro o desacierto para enrostrarle al resto de la sociedad que sus profecías se cumplen y que fue una necedad no seguir sus designios premonitorios cuando llamaron a votar por el candidato del modelo. Macri deberá demostrar pericia, no sólo en acertar las medidas económicas, sino en convertirse en una suerte de Mandela, con espíritu conciliador, que logre calmar las aguas, de uno y otro lado de la grieta. La tarea no es fácil, llevará tiempo y necesitará de la colaboración de todos los sectores. Macri sabe que no puede equivocarse feo y defraudar a ese 51% que apostó al cambio. Y también sabe que la enorme mayoría de los votos que lo llevaron a la presidencia, son votos de una sociedad no tanto embelesada por sus virtudes de estadista, sino harta de un estilo de hacer política, de la corrupción, del autoritarismo, la soberbia, la degradación de las instituciones, el derrumbe de las economías regionales, y la permanente vuelta al pasado para justificar los actos del presente, entre otros males de época. Aunque con el respaldo de la Nación, a María Eugenia Vidal la Provincia de Buenos Aires (tras 28 años de gobiernos peronistas), se le aparece como un monstruo de mil cabezas al que debe domar. La alguna vez llamada “maldita policía”, la inseguridad, las mafias, el deterioro de la infraestructura de las escuelas, las rutas y los hospitales, además de la negociación para dejar conformes a los distintos gremios, emergen como los grandes desafíos en el arranque de su gestión. A menos de un mes de haber ganado las elecciones, en el distrito de Puan, se encendieron todas las alarmas, con las demoras en el pago de sueldos a los empleados municipales. Sumado a eso, se vieron problemas que afectaron la normal disponibilidad de dinero en las cuentas bancarias municipales. Si bien el tema parece haber hallado una solución, Castelli no puede dejar de prever de antemano que estas cuestiones pueden suceder, para tratarlas de plano y no permitir su agravamiento. La economía municipal descansa en gran parte sobre los fondos que llegan en concepto de coparticipación provincial y un porcentaje amplio se destina a sueldos. Actualmente, estos fondos, a veces erráticos en su llegada, o variables en su caudal al momento de disponer de ellos, impacta de lleno en un Estado que contiene a un importantísimo número de trabajadores. La ecuación muestra que a más gasto público, mayores recursos se necesitan para cubrir compromisos. Y esos recursos, está visto, a veces no están disponibles. Tal vez sea el momento de modificar algunos ejes de la gestión y orientar el rumbo hacia un Estado cada vez más eficiente, que pueda equilibrar sus finanzas, alcanzando niveles de previsibilidad y se alivie de cargas que no le corresponden, como la de ser una de las principales fuentes de empleo del distrito. Acompañando a esto último, políticas nacionales y provinciales que pongan el acento en el desarrollo de las economías regionales, serían una buena manera de comenzar a gestar el cambio que necesitamos.

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