Deseo alcanzado... Luego de un largo trote

Atletismo 01/06/2017 . Hora: 20:09 . Lecturas: 0

(CAM) Fernando Sola (33) y Carlos Malvicini (49) lograron el pasado domingo 28 de mayo algo que, si no todos la gran mayoría de quienes corren, ya sea por recreación, salud o deporte en cualquiera de las modalidades que existen -pista, calle, cros, campo traviesa, aventura o trail running- persiguen: convertirse –al menos por una vez- en maratonistas o maratonianos.

Los puanenses, que tomaron parte de la prueba denominada “M42 maratón de montaña” que se disputó en Villa Ventana, alcanzaron a cubrir la mítica distancia que recuerda la gesta del soldado griego Filípides, quien en el año 490 a. C. habría corrido desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa (*). Con cierta experiencia en carreras de larga distancia y en diversos ambientes, el objetivo que ambos perseguían era el mismo: llegar a la meta y lo hicieron.

Para ello, más allá de compartir algunas salidas de entrenamiento, cada cual se preparó a su manera. Uno lo hizo con un trabajo metódico; el otro aprovechando las oportunidades que sus ocupaciones les daba. Ambos tomaron nota de cuanto consejo, recordación y advertencia les brindaban aquellos que les precedieron en este tipo de desafíos u otros similares. Si bien todo servía y era válido, nada se compara con el desarrollo de la prueba misma y sobre todo con el arribo a la meta luego de un recorrido por demás exigente, tanto en el aspecto físico como mental. Catalogada como de aventura, consistió en una combinación de trote, caminata y escalada que completaron en 5:35 y 6:11 horas, respectivamente.

El circuito, tras una partida a campo traviesa y el cruce del Arroyo de la Ventana prosiguió por dentro del sector de la administración del Parque Provincial Ernesto Tornquist al pie del cerro Bahía Blanca, por la vera de la Ruta provincial 76 hasta el ingreso a un campo del otro lado de la misma. Allí, una senda vehicular los condujo directamente a la formación conocida como Cerros Colorados donde les aguardaba una ascensión por una escarpada cuesta de 800 metros -inédita en las carreras de la provincia de Buenos Aires al decir de la organización- que debieron sortear para luego descender por laderas con pendientes abruptas y resbaladizas.

Desde la altura, quienes prefirieron perder un tiempo en su marca personal, pudieron apreciar el hermoso paisaje que ese sector de la comarca ofrece, matizado en la ocasión por desiguales columnas de puntos rojinegros que deambulaban en diferentes direcciones.

Ya en el llano –por decirlo de alguna manera, pues el terreno era escabroso en todo el trayecto- este los llevó por un viñedo, un vado inundado y una travesía por entre un bosquecillo de retamas y árboles para, cruce mediante del Arroyo Belisario subir el último cerro que dominaba una antena de telefonía.

Desde allí hasta el regreso al sector de las ruinas del ex Club Hotel de la Ventana el recorrido se tornaba monótono en cuanto al paisaje, tratándose ya de una zona tipo pradera muy quebrada. Al dejar atrás el imponente esqueleto de lo que alguna vez fue el primer complejo hotelero de Sudamérica y uno de los primeros casinos en la Argentina se llegaba al Camping municipal y balneario, se circunvalaba la localidad por aquellas calles que siguen el curso de los arroyos que la rodean (Belisario y Las Piedras) y, previo retome paralelo a la Ruta 76, se cruzaba esta por una alcantarilla para ingresar a la Estancia Las Vertientes.

El último tramo consistió en un paseo, sobre todo para los sentidos, pues se trataba de armonizar lo que cada uno iba sintiendo al faltar tan poco para ver concretado su anhelo con el placer del disfrute que todo ese sector dominado por un arroyo que atraviesa un tupido y añejo bosque de diversas especies –digno del de Fangorn del Señor de los Anillos- iba ofreciendo a cada paso. La llegada y el cruce del arco final fue para ellos la concreción de un deseo que vivieron cada cual a su manera. Uno lo hizo acompañado de su sobrina Mía en tanto el otro con el aliento de los centenares de presentes en esa jornada, desde ya, imborrable para ambos.

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