Una puanense cuenta cómo repercute en República Checa el drama de Ucrania

Crónicas 21/03/2022 . Hora: 18:32 . Lecturas: 7

Adriana Castello Luro reside en Praga, una de las ciudades que recibe más migrantes de la zona de conflicto. Las vivencias de los exiliados, los niños que llegan solos en tren y el sacrificio de familias enteras que tratan de empezar una nueva vida lejos de su tierra, fueron algunos de los temas abordados en esta entrevista.

-Contanos tu vivencia entorno a la llegada de niños refugiados desde Ucrania

Hay alrededor de setenta mil ciudadanos ucranianos viviendo en Praga, un sector de la población que ha emigrado hace años, aún previos a 2014; en busca de mejores condiciones de trabajo. Por lo general se desempeñan en labores domésticas, de la construcción o servicios. Son reconocidos la labor y el trabajo manual de los ucranianos y hasta constituyen la mejor, más económica y más confiable mano de obra en varios campos. Sin que haya que aclararlo, esto también da lugar a abusos y explotaciones.

 Todos en este país conocemos a una familia ucraniana que –a fuerza de trabajo y honestidad- ha logrado quedarse a trabajar. En nuestra escuela, la compañía de limpieza a cargo tiene varias empleadas ucranianas que hacen un horario corrido desde las 7.00 a las 19.00- Todas, sin excepción, son mujeres que envían sus sueldos a sus familias en Ucrania. Algunas, son muy jóvenes y tienen niños pequeños,  los ven una vez cada dos años.

Todos en este país conocemos a alguien con esta realidad. Con el comienzo de la invasión rusa, oímos enseguida y de primera mano de qué se trataba. Estas mujeres de tan bajos recursos necesitaban ayuda para traer a sus niños, a sus padres ancianos o a algún familiar a un lugar seguro. En pocas horas no fueron solamente los testimonios de unos pocos allegados sino de los ciudadanos de Kiev u otras ciudades invadidas que emprendieron viajes a pie hasta las fronteras.

En menos de veinticuatro horas,  la escuela donde trabajo ya estaba aliada a una ONG (Dignity) compuesta de “Expats” (expatriados) haciendo colectas, clasificando donaciones, recibiendo refugiados, etc. Una mañana, a través de ellos, nos llegó información sobre niños que estaban llegando en trenes ese mismo día, no solamente con sus madres, algunos habían sido dejados en el tren por sus madres y viajaban sin familia hasta Praga.

La acción humanitaria está ejercida aquí por varias organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, es decir que hay varios centros de ayuda. No sólo hay hostels” que –de alguna manera- ofrecen habitaciones, sino que hay familias de praguenses que ofrecen habitaciones libres en sus casas o departamentos, o departamentos enteros para que las familias puedan permanecer unidas. A la gente de esta ONG, y a nosotros incluídos, como maestros, se nos dio la oportunidad de ayudar en un “hostel”.

-¿Cómo reacciona la población de Praga ante esta llegada tan masiva de personas?

En Praga, las primeras horas de la invasión rusa se vivieron como una especie de pesadilla y la gente tomó las calles enseguida (ese mismo 26 de febrero se hizo una manifestación multitudinaria en la Plaza de  Wenceslao)- Las reminiscencias de la invasión a Checoslovaquia en 1968 son muy fuertes y están muy presentes en la población. La solidaridad con Ucrania se desprendió no solamente de este sentimiento de opresión, miedo y enojo que los asaltaba, sino de la empatía, simpatía y respeto que les despierta a los checos el pueblo ucraniano. Hacer donaciones  (incluso donaciones millonarias para invertirlas en armamento), organizar convoys de ayuda, hospedar refugiados,  e incluso darles asilo oficial (los refugiados reciben visa, covertura de salud y visa de trabajo al llegar al país) fueron acciones organizadas casi inmediatamente.

La República Checa ha recibido -hasta el momento- alrededor de 270.000 refugiados y la capacidad de recibir más está llegando a su fin.

-¿Qué sensaciones te despierta vivir esta situación?

El sentimiento de incredulidad y sorpresa inicial es bastante desestabilizante. Soy sudamericana y –a pesar de que he vivido más de la mitad de mi vida fuera de mi país- las guerras mundiales han sido siempre un concepto abstracto o lejano, surreal. Imaginarnos que nuestros abuelos o bisabuelos corrieron de la violencia, del hambre y de las guerras, es algo corriente.

Mi bisabuela era polaca, posiblemente ucranianos que emigraron a Polonia en el siglo XVIII; la capacidad de trabajo y de sacrificio de esta familia no nos fue ajena a sus allegados. Pero esta historia de sacrificio, miedo, dolor y desarraigo se ha repetido con muchas otras familias de inmigrantes del continente.  Todos, en mayor o menor escala, hemos recibido en nuestro ADN una carga remota de lo que significa vivir una guerra en primera persona.

Si bien mis contemporáneos praguenses no han vivenciado una guerra tampoco,  la sensación de respeto y humildad que me inspiran no es menor. Han nacido y vivido en una tierra con una historia de terror muy reciente y con un legado de sucesos históricos milenarios.  Lo que uno va sintiendo con el correr de los días tiene una connotación personal, pero lo que todos hemos sentido desde el principio, me atrevo a decir, es incredulidad.  No porque sea sorpresiva la reacción de un mandatario sino porque un conflicto bélico de esta magnitud y de estas proporciones barbáricas es simplemente impensado e intensamente indeseado a esta altura de la historia. Ese sentimiento latente de que la democracia debe preservarse y la paz debe prevalecer ante todo.

Video. Manifestación en Praga contra la invasión de Rusia a Ucrania. Miles de checos se reunieron en la simbólica Plaza de Wenceslao y vieron un mensaje en video del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, donde afirmó que “si Ucrania cae, toda Europa cae”

-¿La mayoría de los niños está con algún familiar o llegan solos enviados por sus padres?

Diría que a excepción de esos trenes de niños con y sin sus madres, la mayoría tiene a sus madres consigo. Los padres y los hermanos mayores quedaron en Ucrania. Algunas personas mayores también permanecieron en sus casas hasta que la situación en esa determinada ciudad se volvió insostenible. La madre de mi amiga Sv?tlana por ejemplo, con más de ochenta años, quien estuvo en su casa hasta último momento y luego tuvo que dejarla con todas sus provisiones (imaginemos la casa de nuestras abuelas: conservas en estantes hasta el techo, carne congelada para meses de provisión, animales en el patio, quesos en estacionamiento, etc) sin electricidad (todo destinado a echarse a perder) y sin vecinos que vigilen.  La familia de Veronika, que tuvo sólo cinco minutos para juntar unas pocas cosas, los niños, el perro, unas frutas y al auto, con dirección a Hungría. Los ahorros de diez años para comprar la casa familiar, quedaron en una caja fuerte. Y su sobrino menor, que llora desconsolado porque no pudieron llevar al gato.

-¿En qué condiciones llegan?

Los refugiados llegan con lo puesto. Huyendo de la guerra con temperaturas bajo cero, hielo y nieve en varios lugares.  Algunas madres no tienen ni un coche o sillita para los niños pequeños y los cargan en sus brazos. Las donaciones comenzaron siendo ropa de cama (de acampar,  bolsas de dormir, colchonetas, etc) y abrigo, víveres, armamento, etc; y luego se volvieron más puntuales: ropas para niños, ropas para mujeres, productos de higiene, comida para mascotas, etc. Con la inserción a la escuela, los niños van a necesitar materiales escolares y también maestras que les enseñen checo. Según la dueña del “hostel”, grandes y chicos conservan la misma ropa durante una semana y se rehúsan a cambiarse. Seguramente es un comportamiento que acompaña al trauma del desarraigo y de ese “esto será sólo temporario” que da una tranquilidad pasajera.

-¿Qué distancia aproximada separa a Praga de la zona de conflicto?

Bueno, eso depende de qué ciudad estemos hablando. Una de las primeras ciudades en evacuarse fue Kiev, que está a 1.417 km de Praga. La República Checa no es un país limítrofe y por ende la mayoría de los refugiados han buscado asilo en Polonia o Hungría, por ejemplo.

-¿Qué actividades desarrollan con los refugiados? ¿Cómo es el día a día?

A través de Dignity hemos ofrecido horas de voluntariado (posteriores al horario de trabajo) que varían desde ayudar a clasificar donaciones a desarrollar alguna actividad concreta con los niños refugiados.

Por el hecho de ser maestros, se nos ha permitido la labor más bella que es la de compartir tiempo con los niños. Ofrecemos dos horas por día por ejemplo y una actividad específica. Pintar, hacer artesanías, ofrecer las instalaciones de la escuela para hacer deportes o jugar juegos, etc.

Lo mínimo que podemos hacer es también conversar con la gente del hostel para saber qué necesitan concretamente, qué tipo de actividades no son bienvenidas, qué tipo de donaciones no son bienvenidas, cuántos días hace que esos niños viven allí, si les han encomendado un departamento, si van a la escuela ya, si podemos ayudarlos de alguna otra forma.

En realidad se siente una gran impotencia por no poder ayudar más. Se produce en uno un enojo por no poder priorizar a estos niños, por no poder dejar de dar clases (en mi caso a niños privilegiados) y dedicarse de lleno a estos niños.

-¿Cuál será el futuro de los niños? ¿Podrían ser dados en adopción en caso de que sus padres no reclamen por ellos? ¿Qué dice el gobierno respecto a ese tema?

No tengo demasiado conocimiento para hablar del tema pero estimo que la adopción será posible llegado el momento. Es de público conocimiento esa foto de bebés en un hotel con candelabro de cristal, pertenecientes a una clínica de bebés de madres sustitutas de Kiev que esperan a sus padres adoptivos (todos extranjeros). En cuanto a los niños que han llegado a este país sin sus padres, es aún posible que se reúnan con algún miembro de la familia en un futuro cercano.

-Nos interesó el comentario que hiciste sobre la actitud del alcalde de Praga, sumándose a esta tarea solidaria como si fuese uno más. ¿Podrías contarnos más?

El alcalde de Praga, Zden?k H?ib, está utilizando este edificio, el Centro de Congresos de Praga para recibir a los refugiados. Consiste en un centro de asistencia al refugiado ubicado en un lugar estratégico de la ciudad (cercano al tendido de trenes y del metro de Praga) cuya misión es proveer de un lugar cubierto a los refugiados que acaban de llegar en los trenes. Desde allí, se los orienta sobre cómo registrarse en la Policía de Migraciones.

 Los refugiados tienen acceso gratis a todo el sistema de transporte de la ciudad y vuelven a este centro para aguardar ayuda posterior. A veces, horas y horas. Son derivados a “hostels”, a “kasarnas” (antiguos hospedajes militares), a casas de familias (también han organizado una red de familias que ofrecen sus casas a refugiados y el estado les paga un dinero mensual por hacerlo) o departamentos asignados. 

Video. Entrevista a intendente de Praga

El alcalde dedica varias horas al día a esta labor y se ocupa de que funcione este Centro como una posibilidad de ordenar el cauce de gente necesitada. En el vídeo aquí insertado la periodista cita un “twit” de la oposición criticando esta labor del intendente, alegando que debería ocuparse de toda la gente de Praga que hoy necesita ayuda y debería dejar de llenarse sus bolsillos. El alcalde contesta con aplomo que las opiniones en las redes le son muy ajenas de momento porque de verdad no tiene tiempo de seguirlos y no son importantes tampoco.

¿Cómo ha reaccionado mayoritariamente la población checa respecto de este conflicto armado?

Hay un marcado repudio general hacia la invasión rusa y las consecuencias del caos humanitario que ello ha provocado y está provocando. Se percibe una tendencia a esperar lo peor del país invasor y se descree absolutamente de sus capacidades político diplomáticas.

 La propaganda falsa y perversa los asquea simplemente porque durante  cuarenta años vivieron bajo esa mentira obsena de ser “una gran nación” sin serlo. Pero también se oficia un “manos a la obra” que está a la vista y no se pierde tiempo en cuestionamientos o debates. Hace unos días, el Primer Ministro Petr Fiala, junto a los Primeros Ministros de Polonia y Eslovaquia, viajaron en tren a ver a Zelensky, el presidente ucraniano.

-¿Existe temor a que la guerra se extienda al resto de Europa?

-A principios de Marzo oí decir a una periodista ucraniana que la idea de Rusia era barrer completamente a Ucrania para poder “empezar de nuevo” con otro país.  Y –personalmente-  creo en ese razonamiento. Si bien el concenso general parece coincidir con que este es un plan hartamente trazado y estudiado, las consecuencias que puedan desencadenarse en el futuro, siguen siendo un enigma dado que los actos de Rusia parecen responder a maniobras geopolítico-militares y dependen de una elite o de un líder autocrático.

Hay personas que se dedican más que nunca a estudiar, a leer, a sumergirse en la historia de las naciones en conflicto para poder comprender la situación presente. De cualquier modo, es unánime el deseo de paz y libertad. Para estos países de Europa del Este donde el concepto de libertad es tan importante, la democracia es común denominador.

(Foto de portada. Ucranianos refugiados en Praga)

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