Opinión

Salir de los moldes para evolucionar

PUAN 27/01/2023 . Hora: 10:38 . Lecturas: 137
Salir de los moldes para evolucionar
Salir de los moldes para evolucionar

(*) Tal vez esta copa del mundo, además de la inconmensurable emoción y alegría que nos trajo, nos llevó colateralmente a viajar a Qatar, y visualizar otras culturas, otras formas de vivir; reflexionar sobre el lugar en donde nos ha tocado nacer, y como ello inevitablemente nos ha forjado como ciudadanos, absorbiendo la sangre cultural en la que nos hemos desarrollado. En este escenario –y sin irnos lejos- vemos como nuestra sociedad intenta insipientemente romper con los estereotipos, y  enfrenta los mandatos del patriarcado, tan lejanos en el país mundialista, donde la autoridad la ejerce el varón en una indiscutible situación de dominación, en el marco de una vida que no resulta libre de violencia.

Viajando imaginariamente en el tiempo, al siglo pasado, las mujeres no podían por ejemplo contratar o disponer de sus bienes sin permiso de su marido. La patria potestad de los hijos le correspondía solamente al esposo. La educación era diferente según el género y el acceso a ciertos cargos era sólo para los hombres.  En España –por mencionar un país que de algún modo nos resulta cercano- hasta la década del 70 las mujeres para poder trabajar debían tener el permiso del marido. 

En Argentina, en tiempos contemporáneos, encontramos distintos fallos, por ejemplo el conocido públicamente fallo Sisneros. En el caso en cuestión las empresas de transporte público de Salta no tomaban mujeres como choferes, en el entendimiento estereotipado de que las mujeres deben emplear sus manos en tejidos y no sobre el volante de los ómnibus. Generando así estereotipos falsos, tratando de manera injustificada –en este caso a las mujeres- sobre rasgos que no poseen. Finalmente -para dejar el desenlace- menciono que la Corte hizo lugar a la pretensión de Mirtha Sisneros, y con posterioridad se estableció que  las empresas demandadas debían tener un cupo de mujeres en el plantel de choferes.

Mencionemos también en este contexto, las separaciones de personas en unión convivencial -de aquellas que poseen un proyecto de vida en común como familia, que se encuentran unidas afectivamente-, en donde por ejemplo la mujer acordó quedarse en casa y el hombre terminar estudios y salir a trabajar, y su posterior ruptura. Pensemos, ¿en que condiciones quedan las personas que la integran, según los roles desempeñados?. La condición de genero, ¿encuentra problemas a la hora de ejercer plenamente los derechos que se encuentran reconocidos?. El conflicto entre un hombre y una mujer, donde la posición asumida por cada uno de ellos en la constitución conflictuar se condiga con una distribución de roles motivados en estereotipos de índole patriarcal. Así, pareciera que ciertas tareas estarían indefectiblemente asignadas para ser ocupadas y cumplidas por la mujeres por su condición de tal, y correlativamente, excluyentes del ámbito del varón por su condición de tal, su condición de “jefe de familia” o de “padre proveedor”.

En el ejemplo, nos lleva a considerar la posición de la mujer en una situación de inferioridad en relación a la del varón, si se menospreciara su aporte a la vida familiar, por no haber contribuido con sumas de dinero. (Una distribución de roles estereotipados de conducta propios de la cultura patriarcal.) Así, centrar la noción de “trabajo” en el que se realiza fuera del hogar o tiene una remuneración en dinero, representando un supuesto de violencia simbólica, cuando todos los aportes –también los no remunerados- son siempre cuantificables en dinero. De no reconocerse a la mujer tal aporte, mensurable económicamente, al progreso y las inversiones de su pareja, se la coloca en una situación de desigualdad. El otorgar valor económico, y consecuentemente el carácter de “aporte” cuantificable en dinero a los llamados trabajos domésticos y tareas de cuidado tiene fuente legal directa en las normas internacionales que protegen los derechos de la mujer, y su no reconocimiento constituyen una forma de violencia de género de índole económica. 

Partiendo de un concepto amplio de familia, que nos lleve a repensar los roles, que nos obligue a “salir de los moldes”, donde la mujer –o la persona que fuere por sobre el género- que haya realizado tareas no remuneradas que no fueron contribuyendo con sumas de dinero en el hogar resulten cuantificable en dinero y arrojen un valor a considerar, sin tener que ponerlo en discusión o aprobación, es una asignatura aún pendiente.

Comenzar a alzar la voz, a  usar los Ray-Ban con prisma humanista, con aumento de igualdad, con cristales para mirar la vida libre de violencia. Salir de los moldes para evolucionar. En fin, que el cromosoma “y” o el “x” no sean significativos a la hora de ejercer plenamente nuestros derechos.

 

 

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