Omar Zarza presentó su libro en Bordenave
El viernes, el escritor nacido en la localidad y radicado en Bahía Blanca, presentó “Tierra de Flamencos”, una serie de poemas que rememoran personajes y costumbres. Recuerdos de una infancia plena de amigos, fútbol, escuela y maestras inolvidables. Primeros amores, anécdotas de pueblo, bailes y tardes de siesta obligada en un viaje a la nostalgia.
Omar o Ángel Omar, como lo conocen mejor en Bordenave, se fue del pueblo cuando era un pibe de 12 años. Se fue a vivir a Bahía Blanca, pero nunca perdió la conexión con sus raíces. Los recuerdos, los afectos y las calles de su terruño continuaron vivas en él, ya sea en anécdotas que pueden surgir en cualquier charla.
“Porque en Bordenave, una vez…”
Omar no perdía oportunidad de enlazar un tema de conversación con algo que había pasado en su pueblo.
Y me atrevo a decir que no solo le pasó a él, sino también a todos los que somos de allí. No importa en qué lugar de Argentina o el mundo estemos, siempre habrá una anécdota o un cuento de Bordenave para contarle a interlocutores que, a veces incrédulos, escuchan las historias con lujo de detalles.
El caso es que la presentación del libro de Omar convocó a un importante número de vecinos y amigos que, reunidos en el salón de la Escuela de Equinoterapia, se juntaron a saludarlo, compartir alguna charla y por supuesto a escucharlo. María Eugenia Silva, Bibliotecaria de la Casa de la Cultura, ofició de presentadora y acompañó al autor durante su exposición.
Haciendo un repaso por su curriculum, el escritor tiene en su trayectoria haber ejercido el oficio de librero, también se desempeñó como gestor cultural, fue ex director de Derechos Humanos de Bahía Blanca y además, organizador del Encuentro de Poesía "Conexión Sur".
Arte de tapa
Lo que hoy es el libro se terminó en 2017 y Daniel Martínez, un amigo de Omar, le insistió para publicarlo.
“Si íbamos a hacer un libro en serio, no lo haríamos nunca, por los costos.
Entonces, nos pusimos a hacer algo casero. Lo único industrial es la impresión interna. El papel es del año 1950, conseguido en una enciclopedia de arte. La tapa fue diseñada por Walter Uranga que hizo una maravilla de síntesis del libro. Está el sol, está la pelota, está Bordenave, están los flamencos”, enumeró Omar.
¿Por qué “Tierra de flamencos”?
El nombre puede comprenderse en la sorpresa que le causó al autor, hace unos años, el hecho de ver tanta cantidad de flamencos en las lagunas de los alrededores al pueblo.
“Cuando yo vivía en Bordenave, todo era pura greda y tosca. Hoy es un pueblo verde, después de aquellas inundaciones y gracias al cuidado que existe.
En ese entonces, desde que me radiqué en Bahía Blanca, había venido muy poco. Estuve muchísimos años así. Cuando empecé a venir más seguido, en el 2014, me sorprendió enormemente la cantidad de flamencos que veía”, comentó.
“Hoy veníamos por la ruta y me dije: “no vamos a ver ningún flamenco”, pero están todos juntos acá cerquita, en una laguna pequeña, yendo hacia 17 de Agosto”, aseguró.
Y aprovechó para realizar un reconocimiento a todo el personal del Hogar “Modesto Magadán”.
“Porque en el 2014 traje a mi mamá para que pase aquí sus últimos años, y no solo le alargaron la vida, sino que se la mejoraron”.
Nunca me fui
Omar aclaró que no es escritor y no tiene el oficio.
“El libro está poblado por un montón de escritos en forma de poema, es lo que me salió. Me pasa que, en mi interior nunca me fui, siempre estuve acá. Es como que a Bordenave lo llevás puesto a todos lados. En los textos aparecen muchos personajes de esa época, todos citados con enorme cariño: Santiaguito Curzi, Marieta, mi abuela Elisa y mi abuelo José, el “Negrito” Abregos que iba a la escuela con nosotros y dibujaba de manera increíble”, recordó.
El sol en todas partes
Omar identifica a aquel Bordenave de su infancia como un “lugar de mucho sol y mucho aire”, condición que se refleja en la tapa.
Luego, el autor de “Tierra de flamencos” comentó el proceso artesanal de armado del libro que, una vez impreso, se encargó él mismo de cortar, ordenar y asegurar todas las páginas con ganchitos, ejemplar por ejemplar.
“Más que un libro artesanal, es un libro hecho en mi casa”, aclaró y explicó la génesis de su obra que se inicia en 2002 y coincide con uno de los momentos más importantes de su vida, cuando se separó de su esposa.
“La casa se quedó sola, acomodé contra una pared una mesa marrón, clásica, de esas de fórmica, fue mi lugar para escribir. El primer poema se refiere a la muerte que deambula por los corredores, porque en la oscuridad y en la soledad sentía presencias.
Pero después, el libro se abre y se vuelve luminoso para mí, por mis abuelos, por la gente del pueblo, por los personajes, por el “fobal”, como digo yo.
íbamos a la escuela, pero vivíamos jugando con los carritos de rulemanes, con la bolita y a las 9 y pico de la noche ya estábamos durmiendo”, recordó.
Cosas de pueblo
Omar se remonta a los tiempos de aquel Bordenave con la estación, con gente que iba y venía.
“Nosotros teníamos la costumbre de estar ahí para ver pasar el tren, sabíamos quién llegaba o quién viajaba afuera, dejábamos lo que estábamos haciendo para no perdernos ese paseo”, evocó.
Sobre los personajes aquellos años, trajo la figura de Rodolfo Vialaret a quien apodaban “el loco”.
“Era carnicero, amante de las carreras de caballos. Muchas veces, a las 11 de mañana, cortaba lomo y ponía ajo en una plancha grande. Preparaba lomo al pan, servía unas copas y, en un acto de generosidad, le convidaba al que pasaba por allí. Muchos salían del club y aprovechaban para comerse un sanguchito”, contó.
Omar también trajo a la memoria a otros vecinos muy queridos en el pueblo, como Bautista López a quien recuerda como un hombre “pura bondad”.
“Tenía una Dodge celeste en la que nos llevaba al campo, éramos amigos con su hijo, “el piojo”, y pasábamos tardes enteras jugando”, contó.
En realidad –reconoció—este no es un libro homenaje, solo están algunos de los personajes, es una recopilación de recuerdos que fueron decisivos para el resto de mi vida.
“No es que viví en el pueblo hasta los 11 años y después no pasó más nada, me quedó un anclaje a las costumbres, con una forma de caminar más lenta, más tranquila, con esas siestas impostergables”, dijo.
¿Por qué la poesía?
Omar está convencido…. “en algún momento, la poesía te llega, ya sea en forma de canción, verso o grafiti en la pared. La poesía es resistencia, subvierte las cosas, sale de la lógica del lenguaje, incomoda hasta nuestras propias ideas o visiones, a veces encapsuladas del mundo y de las cosas. La poesía crece en comunidad. “