50 años del Jardín de Infantes 903: Anécdotas de docentes y ex alumnos

Cultura 13/08/2013 . Hora: 20:50 . Lecturas: 26

La semana pasada, docentes, ex docentes y ex alumnos del Jardín de Infantes 903º brindaron una conferencia de prensa para recordar momentos vividos durante su paso por la institución. De esta manera, las maestras contaron sus experiencias cuando el jardín funcionó en casas de familia, hablaron de su trayectoria profesional y de las anécdotas vividas en el legendario Ford T.

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Norma Cabrera: “Mi paso por el Jardín fue en el inicio de mi carrera docente, hacía dos años que me había recibido, en aquella época te designaban una rama y allí ya nos quedábamos. Fue una experiencia muy linda, un grupo muy lindo de compañeras. Algunas están en Puan, y la mayoría está afuera, recuerdo a Nora Corral, Nora Sagio de Guerra, Alicia Dieser, Marica Raniolo y Nora Porta. Fue una experiencia linda, porque si bien ahora las chicas tienen otras expectativas, donde se pueden renovar cosas, en aquel entonces nosotras teníamos que empezar bien de cero. Estábamos en la casa del Señor Hidenfeld, no teníamos prácticamente nada, la señora de Almirón preparaba la merienda, la cocina era a querosene. Recuerdo que la pintamos y la arreglamos. No teníamos directora efectiva, entonces desde inspección se ordenó que las docentes titulares se fueran alternando un mes cada una para estar al frente de la institución. Éramos cinco o seis docentes, había muchísimos chicos, y los íbamos a buscar con el Ford T que era conducido por Benigno Rodríguez. Él era muy atento y respetuoso. El coche siempre estaba cuidado y controlado. Si faltaba la cocinera, nosotras hacíamos la merienda, también barríamos, lavábamos las tasas, era un grupo muy unido, tal vez la misma necesidad nos llevó a esto”.

Maria del Carmen Regner: “Yo era un poco como la oveja negra de la familia porque pertenecía a una rama diferente, a la de psicología, y en aquella época los jardines de infantes no tenían tareas preventivas. No existían los gabinetes, no había lo que llamábamos orientación psicopedagógica. En el año ‘76 ingreso al cargo de Orientadora Educacional en los Jardines 903 de Puan y 904 de Darregueira. A partir de ese momento, comenzábamos a trabajar en un área que era bastante desconocida, porque en nuestra formación no se apuntaba tanto a la primera infancia, entonces esto hizo que nos enviaran en varias oportunidades a capacitarnos a Bahía Blanca con todo lo que eso suponía porque no contábamos con los medios que tenemos ahora. Así comenzamos a trabajar en tareas preventivas con equipo magnífico de gente, y si hay algo que me ha quedado en la memoria es que desde el año 76 en que comencé a trabajar hasta el año 1994 que permanecí en mi cargo, es el nivel de colaboración donde los papás más respondían por la edad de los chiquitos, por sus inquietudes. Recuerdo que, cuando nos trasladamos a la casa de Vázquez, el gabinete funcionaba en lo que era un depósito. El día de la inauguración, cuando el edifico fue remodelado, había quedado preciosísimo. Y cuando llegué al espacio destinado al gabinete, era tan triste que me senté y lloré mucho rato. Era mi lugar de trabajo y había quedado relegado porque la importancia era el jardín, los niños, y sus salitas. Tengo un agradecimiento profundo para los docentes, alumnos y papás que pasaron por la institución. No Teníamos la responsabilidad civil que tenemos hoy, donde no nos dejan trabajar tan libres. Había otro tipo de libertades y otras obligaciones”.

Mónica Monsalvo, actual directora: “En mi experiencia como directora, justo llegué con la inauguración del actual edificio, era todo nuevos, con otras comodidades, con otras expectativas. El nivel inicial se articula con otras modalidades como es psicología, que está conformada por una Asistente Educacional y un Asistente Social. También está la rama de artística, donde hay música, y el área de Educación Física. El nivel inicial va muchas veces a la vanguardia de otros niveles, nosotros vemos que últimamente los cambios son muy rápidos con respecto a épocas anteriores, hay una evolución constante y rápida. Esto exige que los docentes estén constantemente capacitándose porque hoy la demanda de los niños es muy rápida, es como que ya vienen más estimulados. Compartimos actividades con otras instituciones como el Centro de Educación Complementario, Escuela Especial, el centro de educación temprana y el Centro de Educación Física. A través de la Cooperadora, cuento con la asistencia de una secretaria, esto alivia mucho la tarea administrativa. Mi reconocimiento a quienes me precedieron y a las docentes que hoy están trabajando en forma conjunta”.

Dora Álvarez: “Estuve en el Jardín desde el año ‘76 como maestra de música y después, en el ’86, me nombraron como preceptora y en el ‘87 como maestra de música. Cuando me inicié aprendí mucho de mis compañeras, porque no tenía ninguna experiencia en el Jardín. Estuve 31 años en el establecimiento y me jubilé allí. Recuerdo que trabajaba con un tocadiscos Wincofón, yendo salita por salita a darles música a las docentes. En el 2007 me jubilé, y quiero agradecer a todas mis compañeras porque mi carrera fue muy linda. Amé lo que hice, me gustó mucho”.

Susana Sierra: “No soy maestra jardinera, pero en aquellos años pedí mi pase como preceptora. Aprendí mucho de mis compañeras porque yo pertenecía a otra rama educativa, siempre me ayudaron mucho y colaboré mucho con ellas. Mi hija mayor además de ser ex alumna, hizo las prácticas en el Jardín Nº 903 para recibirse de maestra del nivel inicial”.

Marta Gallítrico: “Comencé en el año ‘72 como suplente, y al ser suplente, en aquella época, no teníamos posibilidades de ser titulares. Entonces, para lograr la titularidad de la rama, teníamos que especializarnos en maestra jardinera. Seis u ocho chicas viajábamos a Darregueira para cursar esta carrera, recuerdo que trabajábamos de mañana y de tarde, y a las 18 viajamos a estudiar. Después, al recibirnos, tuvimos la suerte de ser todas titularizadas. Comencé a trabajar cuando estaba ubicado en las calles Mar del Plata y Saavedra en una casa particular, donde los dormitorios eran las salitas. Teníamos que salir a buscar y pedir para tener el material que necesitábamos para trabajar, eran épocas difíciles. Teníamos grupos muy grandes dentro de sus habitaciones, por eso había turnos con salas integradas. Esto fue hasta que se inauguró el Jardín en la casa de la familia Vázquez”. “Mi experiencia fue maravillosa, fueron 25 años de docencia en la rama inicial, así que algo hemos dejado porque hoy me encuentro con chicos que me recuerdan. Tuvimos un grupo muy lindo, nos divertíamos muchísimo, hacíamos dramatizaciones, teníamos teatro, los chicos estaban contenidos. Los padres acompañaban a la institución, fue muy emocionante este apoyo, porque intercambiamos lo que pasaba en el jardín con lo que ellos veían en la casa. Las cooperadoras tenían mucho entusiasmo, al igual que el Club de Madres. Eran nuestro complemento. El Jardín 903 es el estandarte de nuestro pueblo, yo lo voy a defender a muerte porque fue parte de mi vida. Les pido a los padres que apoyen estas instituciones educativas, porque sin su ayuda no pueden seguir subsistiendo. No es fácil que una escuela se mantenga durante 50 años como este Jardín”.

Diana Gabeiras: “Toda mi vida profesional la transité en el Jardín de Infantes. Pasé por varios cargos: fui preceptora, profesora de música, maestra, vice directora, y directora. Coseché el compañerismo de las docentes, las quise y las defendí. Tuve una cooperadora fantástica, daban todo por el Jardín. Pasé años difíciles pero se hicieron fáciles, porque cuando los niños llegaban a la salita y me sonreían y me abrazaban, haciéndome olvidar de todos mis problemas personales. Mi experiencia la hice acá y cosecho cosas que me asombran, el recuerdo de ex alumnos, docentes y personas que integraron la cooperadora. Acá dejé mi amor y mi ternura”. “Hoy estoy abocada, con un grupo de padres y ex docentes a la restauración del Ford T. Hay muchos de ellos que no quieren que los nombre, pero han ido a pedir la pintura, otros al taller. Este auto fue donado por mi papá, y me siento orgullosa porque él fue un peón de campo cuando lo donó. Él era amigo de Nora Porta de Villasusu (primera directora de la institución), el papá de ella que era intendente municipal, y lo llevó de tractorista al campo. Entonces, cuando Nora ingresa al Jardín, la ayudó mucho al igual que mucha gente”.

Norma Cazaubón: “Tengo poca historia en el Jardín, porque siempre fui maestra rural. Mis hijos tenían que venir a la escuela, también son ex alumnos del Jardín, entonces uno aprovechaba el horario de ellos para dar clases. Y un buen día me tocó dar una suplencia, no soy docente de inicial, pero poco a poco los chicos me fueron orientando. Es un mundo mágico, donde uno se enriquece como persona, como docente. Algo que me marcó mucho fue la estanciera, porque cuando llegué me dijeron que tenía que ir a buscar los chicos con ella. Hoy si tuviéramos que andar en ella nos meterían presos. A veces teníamos que frenarla contra los cordones o con el cambio. O lloviznaba y no teníamos limpia parabrisas. Los chicos se sentaban en unos asientos de madera y así recorríamos el pueblo. Yo crecí con mis niños, y hoy cuando me encuentro con ellos me abrazan, me preguntan como estoy”.

Laura Juri: “Quiero decirles que yo he sido una privilegiada porque he viajado en el Ford T. Recuerdo que mi hermana no quería ir al Jardín porque no quería hacerse las trenzas, y la pasaban por la ventana del Ford T. Recuerdo que estaba pintado de azul y tenía la figura de Pluto. En el año ‘89, ya como docente, ingreso a este distrito con un pase de unidad familiar pero a un jardín que ya contaba con todas las comodidades. Si bien comencé mi función como maestra de música en el garaje, al año y medio nos trasladamos al actual edificio. Yo les agradezco a todas mis compañeras. Los últimos años de mi carrera lo ejercí como secretaria de este establecimiento, después de hacer la prueba de selección. También fui asesora de la cooperadora en ese período. El 31 de mayo del año 2011 me jubilé. Transité 31 años en la docencia, fui muy feliz y si tuviera que elegir de nuevo una carrera, elijo esta profesión”.

Luciana Rivas, actual docente del establecimiento: “Fui ex alumna y tuve la suerte de hacer mis prácticas acá. Elegí esta profesión porque al igual que lo han dicho el resto de las docentes, son hermosos los chicos, uno viene acá y se olvida de los problemas. También nos disfrazamos para divertirlos, y a pesar de la tecnología de estos tiempos, a veces los CD no andan y cantamos con una guitarra que parece un charango”.

Marta Castaño: “Me tocó estar desde los comienzos del Jardín, en el año ‘62. Pasé por todos los cargos, así que mi cariño por este lugar fue inmenso. Quiero agradecerles a todas las chicas, a los padres, a las mamás, a ex alumnos y a la gente en general porque el pueblo nos ayudó y sigue ayudando”.

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