Hablemos de ansiedad
"La idea en esta nota es que comprendamos de qué hablamos cuando hablamos de ansiedad para así poder entender qué nos pasa cuando la padecemos y por qué nos pasa. Y a partir de esto, determinar si necesitamos ayuda profesional," explica la Lic. Paula del Castillo Marcalle
Por la Lic. en Psicología Paula del Castillo Marcalle
La ansiedad es uno de los motivos más frecuentes de consulta y es una de las estadísticas que más ha aumentado pos pandemia. Y esto no es casualidad. La idea en esta nota es que comprendamos de qué hablamos cuando hablamos de ansiedad para así poder entender qué nos pasa cuando la padecemos y por qué nos pasa. Y a partir de esto, determinar si necesitamos ayuda profesional
En los últimos 3 años la difusión sobre información de salud mental en medios populares (por ejemplo redes sociales) ha aumentado muchísimo y eso me parece un gran avance tanto social como cultural, pero el riesgo de esto es que se puede acceder a mucha información y perderse la calidad de la misma, generando confusión.
Lo primero que tenemos que saber es que la ansiedad es una emoción, que todos y todas la tenemos. Es común escuchar la demanda “no quiero tener más ansiedad”: esto es imposible. Es como si pidiéramos “no quiero tener más enojo” o “no quiero tener más la tristeza”. Son emociones que son parte nuestra, no podemos eliminarlas. Lo que sí podemos es aprender a regularlas.
La ansiedad es una emoción normal, esperable y adaptativa de todas las personas. Tiene una función: nos prepara para enfrentar desafíos y/o situaciones peligrosas. Por este motivo es adaptativa, nos ayuda a adaptarnos a la situación que nos rodea.
Si yo tengo que brindar una charla delante de un auditorio lleno, es probable que eso sea una situación desafiante para mí, por lo cual la ansiedad se va a activar previamente a la exposición. Esta emoción va a preparar a mi cuerpo y mi mente para ese momento: voy a estar más atenta, voy a sentir mi cuerpo tenso, voy a repasar en mi mente de manera rápida todo lo que tengo que hacer o decir.
Si estoy manejando y de pronto tengo un problema en el auto, repentino e inesperado y tengo que frenar a solucionarlo, probablemente la ansiedad se active nuevamente. Mi corazón puede acelerarse, sentir mi respiración más agitada, puedo empezar a transpirar más de lo normal, puedo sentir un poco de presión en el pecho.. todos síntomas que son muestra de que mi cuerpo se activó para enfrentar una situación peligrosa.
La clave acá es comprender que mi cerebro no distingue de manera específica qué tipo de situación estamos enfrentando, no distingue por gravedad, simplemente se activa. Entonces las situaciones peligrosas a enfrentar pueden ser: una charla con alguien, una reunión de trabajo, una vinculación con una posible pareja, ir a un lugar nuevo, estar con determinadas personas o manejar. Las situaciones que generan ansiedad pueden ser tantas como personas que existen, porque si bien hay situaciones que la mayoría de las personas podemos coincidir en que son peligrosas (un accidente, un robo, una situación riesgosa, etc) la mayoría de las que generan ansiedad, son exclusivamente subjetivas: a algunos le genera ansiedad y a otros no.
Otro punto importante a comprender es que uno no elige que se active o no la ansiedad. Ante la interpretación de una situación peligrosa o desafiante para mi, hay una parte del sistema nervioso que se activa y genera todos los síntomas que puedo llegar a sentir. Por eso todo lo que sentimos en ese momento, es real a nivel físico, sucede y lo siento. No podemos elegir entonces el sentir o no sentir ansiedad. Lo que sí podemos hacer es comprenderla y contar con herramientas para poder regularla.
Ahora, si la ansiedad es una emoción normal y universal, sentirla no es sinónimo de tener un trastorno. ¿Cuando la ansiedad pasa a ser patológica? Cuando comienza a afectar mi calidad de vida de manera significativa, esto suele estar relacionado a un aumento de la misma en duración e intensidad.
El primer paso, es tener información: conocer sobre salud mental y lo que puede afectarnos, no solo contribuye a derribar el tabú que hay sobre la misma si no también que nos permite identificar eso que nos pasa. Identificar lo que nos pasa y evaluar el grado de malestar que trae a mi vida, me ayuda a detectar si necesito ayuda profesional.
El abordaje de los trastornos de ansiedad es amplio y acorde a cada caso. Puede incluir tratamiento psicológico y/o psiquiátrico, psicoeducación, ejercicios de relajación, cambio e incorporación de hábitos, reestructuración cognitiva (mediante el abordaje de nuestros pensamientos), aceptación y tolerancia, aprendizaje de herramientas de regulación emocional, entre otras.
¡Gracias por leerme! Hasta la próxima