Don Octavio Lavigne: Un espíritu solitario…
Llevó una vida bohemia como cuidador y encargado del lugar, escribiendo poemas en los paquetes de yerba, entablando amistosas charlas con los jóvenes que se acercaban, colaborando en los hallazgos arqueológicos y ofreciendo su auxilio y hospitalidad a quien lo necesitaba. En su vivienda y escrito con lápiz negro un lema recibía a los visitantes ¨Lugar de las cosas buenas donde se olvidan las cosas malas¨.
Su charla directa, sin rodeos, sabia y rica en experiencias, daba cuenta de una prodigiosa memoria. Agradecido, rebelde, incluso incomprendido, su concepto de la vida le permitía vivir en paz y encontrar en la escritura el medio para dar rienda suelta a sus más profundas reflexiones y sentimientos.