Curiosidades de El Puanense: “La huida del Intendente"

Cultura 11/12/2020 . Hora: 18:53 . Lecturas: 0

Dando lectura al archivo del periódico El Puanense, nos encontramos con un peculiar acontecimiento político, publicado en la edición N°85 del 16 de febrero de 1913.

La huida del Intendente

Toma el tren en la estación Erize. Más de treinta acreedores burlados

"El día 10 del corriente ocurrió en la Municipalidad un hecho muy significativo, que corrobora con singular la evidencia, a la par del completo desquicio administrativo de esta comuna, la falta de seriedad que rige los procederes del Intendente Maldonado. Revela, además, ese acto del caudillo, que su posición al frente del partido es ya insostenible, puesto que me se ha visto obligado a abandonar violentamente el método de simulación que durante muchos años fue norma de su vida pública.

Desde hace varios días visitaban la municipalidad asiduamente, aprovechando la circunstancia de ser ahora fuertes las entradas por el pago de patentes, un buen número de acreedores de la comuna. Poniendo fin a la larga serie de esperas y dilaciones injustificadas con que los entretuvo durante algún tiempo, el Intendente citó a todos para que concurrieran a saldar sus cuentas el día 10 del corriente, a las séis de la tarde. Como se vé, la cita encubría ya un propósito malicioso, pues esa hora no está comprendida entre las de oficina.

A la hora y en el lugar de la cita se reunieron el lunes último mas de treinta acreedores. Entre ellos había hoteleros de este pueblo y de otras localidades del partido; constructores, como el del pedestal de la estatua de Alsina; empleados municipales con muchos meses impagos, y comerciantes en distintos ramos.

Dada la hora tardía de la cita, era de prever que el señor Maldonado no se haría esperar. Por eso a las seis y cuarto los circunstantes, de suyo suspicaces, pues no se les escapaba la ilógica de la llamada, comenzaron a comunicarse mutuamente su desconfianza, que el correr de los minutos acrecentaba a ojos vistas. A las seis y media los temores eran generales, y su presencia manifestábase elocuentemente en la agitación que empezaba a invadir a algunos. En breve deliberación acordose despachar comisiones para buscar al caudillo.

La primera de estas comisiones se dirigió hacia la estación. Era la hora del tren y se temía que el Intendente se marchara acompañando a su hijo, que precisamente había elegido ese día para regresar a Bs. Aires. No se le encontró, sin embargo en la estación. Otra de las comisiones encaminose hacia la morada del caudillo. No estaba.

Algunos acreedores iniciaron una requisa general por hoteles y casas de comercio, mientras que otros tomaron rumbo hacia varias casas particulares, en alguna de las cuales se suponía que el misterioso desaparecido estaba. Nada se supo.

A las siete, todos los enviados estaban de regreso en la Municipalidad. Unidas las indignaciones individuales en una sola efervescencia, el grupo de los acreedores de la comuna era una borrasca viviente. Lo que allí se decía no era propiamente piropos y cumplidos para el caudillo. Hubo quién, como el propietario de la casa que ocupa la comisaria de Bordenave, comenzó a vociferar, cantándoselas justitas a los empleados presentes, y diciéndoles a gritos la verdad, que desde hace tiempo ni siquiera se procura ya cultar.

Habían pasado pocos minutos después de las siete de la noche cuando se supo la gran noticia. El caudillo se había hecho acompañar hasta la estación Erize, donde tomó el tren para Buenos Aires. Alguien que a le viera allí comunicó por telégrafo la huida.

Había amainado algo el temporal desde que se tuvo la seguridad de a que el señor Maldonado no se embarcara en Puan. Pero cuando se supo que había tomado el tren en Erize, se desató nuevamente, y con más vigor, un desenfrenado huracán de  recriminaciones, que soportaron estoicamente los oficinales. No es la de primera tormenta de esa clase que se han aguantado.

La duda que hasta entonces algunos, más confiados, habían sustentado, se unió en la evidencia del engaño a la seguridad de los demás. La incógnita de la conducta municipal, mantenida hasta ahí para los menos en una nebulosa equivoca de manejos ocultos y simulaciones sin cuento, quedó de golpe despejada para todos.

Más comentarios huelgan".